Es
bueno, muy bueno, detenerse… frenar...
Hazlo
ahora, desde dentro. Mirar, con tranquilidad, como a cámara lenta, la
cantidad de historias, nombres, personas cuya vida se intercala con la tuya…
Date,
quizás, un instante para pensar también en Dios… que late cerca de ti.
Aunque a veces ni te des cuenta. Disfruta, por un instante, de la calma.
¡Ahora!
“Saludad con la paz a Jerusalén: Vivan tranquilos tus amigos;
haya paz en tus murallas, tranquilidad y compañeros”. (Sal 122)