11 dic 2014

EN TUS MANOS, SEÑOR PONGO MI VIDA.

En tus manos, Señor, pongo mi vida.
Dios mío, en Ti confío.
No quedaré defraudado.

Estoy amenazado por el mal y me siento frágil.
¿Qué puedo hacer ante la suficiencia 
de quienes prescinden de Ti?
¿Qué puedo hacer
con el poder del pecado que me tiene?
Estoy amenazado, acosado por mí mismo,
por mi orgullo y mi angustia,
mi vanidad, mi necesidad de autoafirmación.
Soy como un árbol herido, carcomido por dentro.

Pero Tú, Señor, eres mi esperanza.
Y nada ni nadie ni yo mismo podremos contra Ti,
el Dios fiel, poderoso salvador.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme con tu Espíritu de verdad.
Hazme dócil y leal a tu luz,
pues sólo Tú, Dios mío, conoces mi corazón
y sondeas mis últimas intenciones.

Recuerda, Señor,
que tu ternura y tu misericordia son eternas.
Recuerda que soy tu criatura,
Recuerda mi existencia amenazada.
Mírame con misericordia, Señor,
justifícame con tu gracia,
Desenmascárame. Padre mío,
Pero hazlo con infinita bondad,
rompiendo mis defensas
con la suavidad de tu amor.

Humildad y autenticidad se conectan íntima y profundamente. Con relación a Dios son la parte del trabajo que nos toca. La humildad implica aceptar mi realidad limitada y conlleva autenticidad para afrontarla sin utilizar a Dios como parapeto para eludir mis asignaturas pendientes.
(Carta de Asís 30)