En
nuestra vida de todos los días las experiencias de saltar al vacío no hay que
buscarlas, vienen solas y sin paracaídas: Cuando hay que seguir confiando en
quien te defraudó una y otra vez. Cuando hay que tomar una difícil decisión y
no las tenemos todas con nosotros. Cuando la vida se viste de duda. O cuando
todo parece difícil y es más fácil huir que permanecer. Es en esos momentos
cuando toca saltar. Lanzarse a lo desconocido. Al misterio de la vida donde
Alguien nos espera.
Siempre
que hay un “por ti” el abismo se hace más pequeño. Cuando el amor nos mueve, somos
capaces de locuras y de saltar vacíos antes impensables. Por amor salvamos
distancias imposibles y hacemos esfuerzos sobrehumanos; le sacamos 36 horas al
día y nos llenamos de poderes inimaginables. Es cuando el milagro y la fuerza
de Dios entran en nuestra debilidad y lo transforman todo.
La vida este año tendrá mucho de salto al vacío. Los que no se la quieran complicar podrán quedarse en la orilla, en el borde de las cosas. Otros, sin embargo, decidirán saltar, lanzarse al misterio e ir a la entraña de las cosas. Solo estos últimos podrán gustar de la novedad y la sorpresa que Dios promete para los que arriesgan por amor.
La vida este año tendrá mucho de salto al vacío. Los que no se la quieran complicar podrán quedarse en la orilla, en el borde de las cosas. Otros, sin embargo, decidirán saltar, lanzarse al misterio e ir a la entraña de las cosas. Solo estos últimos podrán gustar de la novedad y la sorpresa que Dios promete para los que arriesgan por amor.