Hoy hacen
falta servidores, diáconos, y no “profesionales de lo sagrado”, sino personas
que nos hablen de Dios, que miren como Cristo, que se conmuevan como Él, que
humanicen como Él. Que sirvan de puente y no de obstáculo a los demás en el
encuentro con Jesús. Hermanos entre sus hermanos que han comprendido que el que quiera llegar a ser grande entre
vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros,
será vuestro servidor. (Mt 20,
26-27).