Esta Palabra del Padre, tan digna, tan santa y
gloriosa, (...) vino al seno de la santa y gloriosa Virgen María, en
el que recibió la carne verdadera de nuestra humanidad y fragilidad. Y, siendo
sobremanera rico, quiso escoger la pobreza en este mundo, junto con la bienaventurada
Virgen, su Madre (Francisco de Asís)
Nunca
aparece con mayor esplendor la gloria de Dios que cuando toma la forma de amor
abajado, compartiendo nuestra humanidad y fragilidad, recibiendo y acogiendo
nuestra carne débil y limitada. “Por
nosotros nació”, por nosotros se hizo niño y pobre, por nosotros se hizo el
último. Ante Jesucristo pobre y abajado, Francisco comprendió que Dios le quería
por el camino de la minoridad y de la pequeñez. Sólo siendo pequeño y menor, se
puede acoger gozosamente la abundancia de quien siendo sobremanera rico escogió
la pobreza, para enriquecernos con su plenitud. Sólo quien se reconoce limitado
y débil puede descubrirse envuelto por la luz de la gloria de Dios. ¡Cuánto
asombro y alabanza nacen en Francisco ante este Niño, tan débil pero tan
radiante de la ternura de Dios!