Los
países pobres necesitan tener como prioridad la erradicación de la miseria y el
desarrollo social de sus habitantes, pero también deben analizar el nivel
escandaloso de consumo de algunos sectores privilegiados de su población y
controlar mejor la corrupción.
La
grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes
principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le
cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación.
La
política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los
dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia.
La
salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población,
sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un
dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro.
La
mayor parte de los habitantes del planeta se declaran creyentes, y esto debería
provocar a las religiones a entrar en un diálogo entre ellas orientado al
cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de
redes de respeto.
Laudato Si; Papa Francisco