“Antes de formarte en el vientre, te escogí;
antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los
gentiles”.
Son
palabras para el profeta de la antigua alianza, para Jesús de Nazaret y para
ti.
(...)
Esto somos: elegidos y consagrados para ser profetas, para decir lo que el
Señor nos manda; elegidos para un combate, para un enfrentamiento, escogidos
para el rechazo, llamados para la cruz.
Ama
lo que eres, pues eres lo que ha hecho de ti el amor de Dios.
Como
Cristo tu Señor, “cíñete los lomos”,
pues es largo el camino que has de recorrer.
Como
Cristo tu Señor, “no les tengas miedo”,
pues el que te eligió, el que te consagró, está siempre contigo para librarte:
Él es tu refugio, él es el alcázar donde te salvas.
En
comunión con Cristo tu Señor, también tú puedes decir con verdad: “Hoy se cumple la palabra de la Escritura
que hemos oído”.
(Mons
Santiago Agrelo, OFM)