"Antes
de su muerte, la oí en confesión, y, al preguntarle cómo había de disponer de
sus bienes y de su ajuar, respondió que hacía ya mucho tiempo que pertenecía a
los pobres todo lo que figuraba como suyo, y me pidió que se lo repartiera
todo, a excepción de la pobre túnica que vestía y con la que quería ser
sepultada"
(Carta del director espiritual de santa
Isabel, Conrado de Marburgo)