Ayunar es
aprender a mirar mi fragilidad como camino y posibilidad. Buscarme pasa por el
silencio, por el ocultamiento, por el trabajo más cotidiano e invisible, por
aquello que nunca nadie va a saber. En el fondo no se construye bajo focos y
pasarelas, ni bajo premios y aplausos, sino en lo escondido. En la soledad de
la oración de quien pregunta. En el anonimato de quien sirve. En la sencillez
de quien renuncia a un “YO” enorme por un “Tú/tú” diverso.