13 mar 2017

CUIDARSE A SI MISMO

“Y, dondequiera que estén y se encuentren unos con otros los hermanos, muéstrense mutuamente familiares entre sí. Y manifiesten confiadamente el uno al otro su necesidad, porque si la madre nutre y ama a su hijo carnal, ¿cuánto más amorosamente debe cada uno amar y cuidar a su hermano espiritual?”  (San Francisco)


La preocupación de Francisco no fue el cuidado material de sí mismo; ni quiso que ése fuera el afán de sus hermanos. Sabía que el secreto del cuidado de sí mismo está en abandonarlo en otras manos. Primero, dejarlo con confianza en las anchas manos del Señor, que bendice y cuida: “el Señor te bendiga y te guarde”. Y, luego, también con humildad y cariño, dejar el cuidado de uno mismo en las pequeñas manos de los hermanos. Por eso pide a sus hermanos que cuando tengan una necesidad recurran unos a otros, como un hijo acude a su madre, con familiaridad. No cuidarse cada uno a sí mismo, ni arreglárselas cada uno por su cuenta, sino acogerse al amor fraterno. De este modo recibimos infinitamente más, pues en ese cuidado fraterno se encarna el cuidado, el amor y la bendición del Señor.  (Carta de Asís)