Analizando los
poderes que esclavizan al hombre, vemos que el primero es el dinero. Nuestra
opción es crear un modelo económico al margen del sistema basado en la
propiedad, de modo que podamos satisfacer las necesidades vitales y, sin
embargo, nuestro futuro material esté en manos de Dios.
Queremos vivir del
trabajo de nuestras manos, como asalariados pobres. Queremos que sea nuestro
modo normal de subsistencia, de manera que otros hermanos puedan dedicarse
gratis a cuidar enfermos, predicar, hacer oración... El trabajo no fundamenta
el sentido de nuestra vida. Es una gracia del Señor, como todo en la vida de un
hermano menor. Es importante que sea hecho según su voluntad y, en
consecuencia, con entrega amorosa.