La relación comienza a menudo por la palabra; “te quiero”, y con
una palabra comenzó la amorosa relación de Francisco con Cristo pobre y
humilde, consuelo y fortaleza, camino,
verdad y vida.
Francisco buscaba dar con aquel que sería el sentido de su vida.
Fue la Palabra de Dios la que por fin le devolvió sosiego y confianza: esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo
busco, esto es lo que anhelo en lo más íntimo del corazón, exclamó
Francisco tras escuchar el Evangelio de la misión en la iglesita de la
Porciuncula. (1Cel 22).
El evangelio de Jesús, donde se narra el inexplicable amor de
Dios, será la guía y el secreto de la vida de Francisco y la de los que quieran
seguirle. Allí encontró respuesta a lo que estaba buscando. Volver al Evangelio
para dar con las claves de la vida.