1. Si me va liberando de cosas, de mi egoísmo, de mí mismo; si
rompe mis planes, como se los cambió a María de Nazaret..., es voz de Dios.
2. Si no me saca de este
mundo, pero me hace estar en él como levadura,
sal, luz..., es voz de Dios.
3. Si me invita a acercarme, a estar y a sentir a los más
pobres, a dar vida, alegría, esperanza, plenitud, sentido..., es voz de Dios.
4. Si no tiene nada que ver con los anuncios televisivos, si no
es para hacerme más famoso, ni me va a dar más dinero y poder, ni lo que me
ofrece lo pueden robar los ladrones, ni carcomer la polilla, ni devaluar las
caídas de la bolsa..., es voz de Dios.
5. Si no me llena de palabras para avasallarme, sino que en
ocasiones calla y hace silencio invitándome a la reflexión, a la búsqueda
humilde y a la oración paciente..., es voz de Dios.